El sonido de las olas es relajante, pudimos cerrar los ojos un minuto, respirar profundo y solo escuchar el mar. Fantástica sensación de todavía no poder creer en el lugar en el que estábamos.
Nos quedamos sentados en unos bancos un largo rato y después caminamos un poco. Internamente comenzabamos a despedirnos de Barcelona.
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